Las plaquetas se forman en la médula ósea.

Las plaquetas, también llamadas trombocitos, son producidas en la médula ósea por fragmentación en los bordes citoplasmáticos del megacariocito (célula precursora de las plaquetas). El megacariocito es una enorme célula con un núcleo grande lobulado, que nunca sale de la médula ósea y que produce muchos fragmentos pequeñísimos. Esos fragmentos son las plaquetas, pequeños trozos de citoplasma o material celular.

Las plaquetas tienen un diámetro de 2-3 µm, lo que las convierte en el elemento más pequeño de la sangre. Su valor normal es de 150.000 y 450.000 células por mm³ (microlitro) de sangre. La vida media de una plaqueta oscila entre 8 y 12 días.
Si la cantidad de plaquetas es demasiado baja, puede ocasionarse una hemorragia excesiva. Por el contrario, si la cantidad de plaquetas es demasiado alta, pueden formarse coágulos sanguíneos y ocasionar trombosis.
Las plaquetas desempeñan un papel importante en la hemostasia y coagulación, ya que ayudan a controlar el sangrado. Cuando un vaso sanguíneo es dañado, las plaquetas reaccionan adhiriéndose al corte y, en cuestión de minutos, producen un tapón provisorio que detiene la pérdida de sangre. Luego, atraen una proteína presente en la sangre, la fibrina, y la usan para formar una densa red en la que atrapan glóbulos rojos que rápidamente forma un coágulo que detiene definitivamente la hemorragia. De igual manera, las plaquetas permiten también evitar las hemorragias internas.
